lunes, 6 de junio de 2011

El coraje invencible de la Soka

Editorial

El coraje invencible de la Soka

El budismo cuestiona la victoria.
Triunfen, pues, absolutamente.
Con su oración y su coraje,
dejen como legado
una historia esplendorosa.
El filósofo danés Søren Kierkegaard (1813-1855) escribió: “El coraje es lo único que puede rescatar la vida y a la humanidad”.[1]
Sin coraje, no podemos poner en acción el potencial pleno de nuestra vida. Sin coraje, no podemos ayudar a los demás.
En una carta que le envió a la monja laica Ueno, madre del joven Nanjo Tokimitsu, Nichiren Daishonin manifiesta: “Ni la tierra pura ni el infierno existen fuera de nosotros mismos; ambos se encuentran en nuestro corazón […] Quien abrace el Sutra del loto comprenderá que el infierno es, en sí mismo, la Tierra de la Luz Tranquila”.[2]
Cuando nos consumen los sufrimientos del pequeño yo, nuestro corazón queda atrapado dentro del opresivo y estrecho estado de infierno. Pero en lo más profundo de nuestra vida, poseemos el estado de la Budeidad, libre de toda atadura, más anchuroso que el océano y más vasto que el firmamento. El coraje que surge de la fe en el budismo del Daishonin nos permite manifestar esa condición expansiva de la Budeidad y construir una “Tierra de la Luz Tranquila” aquí mismo, en el mundo en que vivimos.
Mi mentor y segundo presidente de la Soka Gakkai, Josei Toda, decía: “El coraje del Buda es capaz de soportar toda desventura. Puede hacer que incluso las fuerzas más negativas sustenten la causa del budismo. Si nos ponemos en acción con valentía, surgirá desde lo más recóndito de nuestra vida una fortaleza que jamás imaginamos poseer, capaz de superar cualquier obstáculo”.
Con la meta de concretar el objetivo supremo del Kosen-rufu que mi mentor había jurado lograr, siempre acudí raudo y dispuesto a ocupar la primera línea de toda campaña, de toda lucha.
Los jóvenes de la Soka necesitan una única arma: una fe rebosante de coraje.
En 1956, inicié una lucha sin precedentes junto a nuestros dedicados miembros de Kansai, para erigir una gran ciudadela del pueblo. Y era cada vez más intensa mi alegría al comprobar que un miembro y luego otro, y otro más remontaban su karma personal de sufrimiento, y mostraban una maravillosa prueba real de felicidad y de victoria, en pleno desarrollo de nuestra valiente lucha para transformar lo imposible en posible.
Como lo afirma el buda Shakyamuni en el Sutra del nirvana: “Supón que una pareja tiene siete hijos, y uno de ellos cae enfermo. Aunque los padres los amen a todos por igual, se preocuparán más por el que sufre de mala salud”.[3] Aunque el amor compasivo del Buda abarca a todas las personas, se dirige de manera especial a aquellos que sufren o están enfrentando la adversidad.
No negar a nadie; no juzgar injustamente a nadie; no abandonar a nadie; confiar completamente en una persona, tocar su corazón y despertar en ella su propia naturaleza de Buda: he allí el verdadero espíritu humanístico del budismo de Nichiren Daishonin.
El aliento sincero puede brindar a quien se siente perdido y confundido el valor para iniciar un camino de superación. El aliento enciende la valentía en el corazón de los demás. De esa manera, el invencible coraje de la Soka se propaga en una onda expansiva sin fin.
Recuerdo que, en noviembre de 1960, durante el encuentro inaugural del cabildo de Nagano, tuve la ocasión de saludar y de estrechar la mano a una responsable de distrito del Departamento de Mujeres. Ella había acercado al budismo del Daishonin a más de cuatrocientas familias, en medio de su lucha por superar la enfermedad y los problemas económicos. La señora dijo una vez: “Soy muy afortunada por haber podido practicar este maravilloso budismo de Nichiren Daishonin. Nada puede intimidarme. Pase lo que pase, el budismo significa ser victorioso. Nací para esforzarme y triunfar junto a mi mentor. Cuando uno posee coraje, su fuerza puede multiplicarse diez, cien veces”.
Nada hay que pueda rivalizar con el coraje de las mujeres, de las madres. Espero que nuestros sucesores de los departamentos juveniles sigan honrando a las nobles mujeres de la Soka, las madres del Kosen-rufu, por sus esfuerzos victoriosos.
Los miembros de la Argentina, golpeados por una severa recesión económica, resolvieron unirse y vencer cada obstáculo mediante la fe; como resultado, en un período de cuatro años, lograron quintuplicar la asistencia de personas a las reuniones de diálogo. Asimismo, en marzo (de 2011) realizaron un Festival Cultural de Jóvenes para la Paz que resultó un magnífico éxito.
Recuerdo ahora estas palabras de mi mentor: “El coraje se transforma en amor compasivo. Con coraje, ayuden a los demás, contribuyan con la sociedad. ¡Emprendamos todos esta gran lucha!”.
Puesto que el mentor y el discípulo son uno,
el espíritu de jamás permitir la derrota
les es ahora transmitido.
Así pues, sin falta triunfen
como la Soka eternamente victoriosa.



(Publicado en la edición de abril de 2011 de Daibyakurenge, revista mensual de estudio de la Soka Gakkai.) 
[1] Kierkegaard, Søren: Either/Or (O lo uno o lo otro), traducido y editado por Howard V. Hong y Edna H. Hong, Nueva Jersey: Princeton University Press, Princeton, 1990, vol. 2, pág. 240.
[2] Los escritos de Nichiren Daishonin (END), Tokio: Soka Gakkai, 2008, pág. 478. “Tierra de la Luz Tranquila”: También denominada “Tierra de la Luz Eternamente Tranquila”. Tierra del Buda, libre de la impermanencia y de la impureza. En numerosos sutras, se afirma que el mundo saha real en que viven los seres humanos es la tierra impura, llena de ilusiones y de sufrimientos, en tanto que la tierra de Buda se describe como una tierra libre de todo ello y muy alejada de este mundo saha. Por el contrario, el Sutra del loto revela que el mundo saha es la tierra de Buda o Tierra de la Luz Eternamente Tranquila, y explica que la naturaleza de una tierra está determinada por la mente de quienes la habitan.
[3] END, pág. 560.

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