martes, 7 de junio de 2011

La iluminación de las mujeres

La iluminación de las mujeres


En muchos sutras budistas se enseñaba que las mujeres nunca podían llegar a ser budas. Un sutra dice: "Aún si los ojos de los budas de las tres existencias cayeran al suelo, ninguna mujer de ninguno de los reinos de la existencia podría alguna vez alcanzar la budeidad".

Esto refleja sin duda la forma de ver las cosas que prevalecía en la India del siglo V a.C., donde la mujer era considerada más o menos una propiedad de su esposo. No obstante, se dice que en respuesta a la solicitud de su tía y otras mujeres, Shakyamuni permitió a éstas convertirse en monjas y llevar a cabo su práctica después de establecer ocho reglas que ellas debían seguir. El doctor Hajime Nakamura especialista en estudios sobre la India, dice que: "La aparición (en el budismo) de una orden de monjas fue un acontecimiento sorprendente en la historia del mundo religioso. En aquel tiempo, no existían órdenes religiosas femeninas en Europa, en el Norte de África, en Occidente o en el Asia Oriental. El budismo fue la primera tradición en generar una".

En los siglos posteriores, sin embargo, las percepciones predominantes de las mujeres comenzaron a reafirmarse y, por lo general, se creía que éstas tendrían que nacer de nuevo como hombres y llevar a cabo prácticas interminables y dolorosas antes de poder alcanzar la budeidad. La sangha bhikshuni, u orden de monjas budistas, declinó y casi desapareció.

Nichiren, el monje budista del siglo XIII cuyas enseñanzas siguen los miembros de la SGI, era un firme creyente en la igualdad entre las mujeres y los hombres. Él escribió: "Entre aquellos que propagan los cinco caracteres de Myoho-renge-kyo en el Último Día de la Ley, sean hombres o mujeres, no debería existir ningún tipo de discriminación". Ésta fue una declaración revolucionaria para su tiempo, cuando las mujeres eran casi totalmente dependientes de los hombres. Las "tres obediencias" estipulaban que una mujer japonesa debía obedecer primero a sus padres, luego a su esposo y finalmente, al envejecer, a su hijo.

Nichiren envió cartas de aliento a muchas de sus seguidoras y les confirió a varias el título de Shonin, indicando su máximo respeto. La fuerza de la fe y la independencia de espíritu mostradas por aquellas mujeres lo impresionaban profundamente. En su Carta a Nichimyo Shonin, Nichiren escribió: "Jamás he oído de una mujer que viajara mil ri en busca del budismo, como lo hizo usted (...) Usted es la devota del Sutra del loto más prominente entre las mujeres del Japón".

En el capítulo 12º (Devadatta) de la versión del Sutra del loto citada por Nichiren, Shakyamuni deja constancia de que la budeidad está "incluso" al alcance de las mujeres, al poner de manifiesto que una hembra dragón fue capaz de alcanzar la budeidad rápidamente al abrazar el Sutra del loto.

Esta mujer, a menudo conocida como la hija del Rey Dragón, se hace presente, y manifiesta en forma dramática su logro de la budeidad, demostrando el principio de llegar a ser un buda en la forma presente. Ella subvierte la creencia imperante de que la iluminación sólo podía ser alcanzada después de realizar penosas prácticas por un período de tiempo extremadamente largo. La mujer dragón tiene la forma de un animal, es de sexo femenino y además, es muy joven. El que esta figura, siendo mujer, haya sido la primera en demostrar el logro inmediato de la budeidad resulta impactante para la época.

Nichiren enfatiza: "entre todas las enseñanzas del Sutra del loto, la de que las mujeres logran la budeidad es la más avanzada". En otra de sus cartas, escribe: "Cuando yo, Nichiren, leo otros sutras distintos del Sutra del loto, no tengo el más mínimo deseo de convertirme en una mujer. Un sutra denuncia a las mujeres como emisarias del infierno. Otro las describe como grandes serpientes (...) Sólo en el Sutra del loto leemos que una mujer que abraza este sutra no sólo supera a las demás mujeres y prevalece, además, sobre todos los hombres". Nichiren prometió compartir el esperanzador mensaje del Sutra del loto con todas las mujeres del Japón.

El budismo considera las distinciones de género, raza y edad como una diversidad que existe para enriquecer nuestra experiencia individual, y a la sociedad humana como un todo. El Sutra del loto es llamado a veces la enseñanza de la no discriminación, porque revela que el estado de budeidad es inherente a todos los fenómenos. No existe diferencia entre hombres y mujeres en términos de su capacidad para lograr la budeidad, ya que unos y otras son por igual manifestaciones de la máxima realidad. Si consideramos la eternidad de la vida, es claro también que podemos nacer como un hombre en una vida y como mujer en otra.

El presidente de la SGI, Daisaku Ikeda, afirma: "Lo importante es, que tanto las mujeres como los hombres, lleguen a ser seres humanos felices. Llegar a ser feliz es el objetivo; todo lo demás es un medio. El punto fundamental de la ‘declaración de los derechos de las mujeres’ que emana del Sutra del loto, es que cada persona tiene el derecho y el potencial innato para cristalizar un estado de vida de grandiosa felicidad".



[Cortesía de la revista SGI Quarterly, edición de abril de 2000.]

No hay comentarios:

Publicar un comentario